El acoso escolar, también conocido como bullying, por su término en inglés, se caracteriza por conductas de agresión física o psicológica reiterativas por parte de un estudiante o grupo de estudiantes hacia otros, donde la víctima ve afectada su calidad de vida, además, no es capaz de salir de esta situación por sus propios medios, se caracteriza por la intencionalidad del daño, la persistencia de la situación de acoso, y el desequilibrio de poder entre agresores y víctimas. (Olweus,2006).
Para la víctima, el acoso escolar representa una situación sumamente estresante y que repercute de forma muy negativa en su bienestar psicológico y calidad de vida. Las principales consecuencias identificadas son: sentimientos de soledad, ansiedad, síntomas depresivos, baja autoestima, problemas de insomnio, quejas somáticas (como dolores de cabeza, dolor de estómago, náuseas o vómitos), rechazo a asistir a la escuela y, en los casos más graves, ideas acerca del suicidio (Finkelhor, Ormrod, Turner y Hamby, 2005).
Además, tienden a mostrar un autoconcepto general negativo, una baja satisfacción con la vida y un alto grado de infelicidad. Algunas de estas consecuencias pueden mantenerse años después de haber sufrido el acoso. Los síntomas más frecuentes y característicos en los casos de acoso escolar son: rechazo y miedo repentinos a asistir a la escuela, quejas recurrentes sobre dolores de estómago o de cabeza, especialmente antes de ir a la escuela, problemas de ansiedad y excesivo nerviosismo, reacciones emocionales inesperadas, problemas de insomnio, sentimientos de desesperanza y pérdida de interés en sus actividades favoritas, incapacidad para disfrutar y falta de energía, sentimientos de soledad y aislamiento, verbalizaciones negativas sobre sí mismo y dificultades recientes para concentrarse y mantener la atención en las tareas académicas. (Cañas, Pardo. 2017).
Por otro lado, el acoso escolar produce efectos negativos en toda la comunidad educativa, perjudicando las relaciones sociales entre alumnos y entre alumnos y profesores, desmoraliza y desmotiva a los profesores, genera un ambiente escolar negativo y reduce el interés de los alumnos por aprender. La repercusión del acoso escolar puede percibirse tanto en la víctima como en agresores y espectadores. Sin embargo, cabe mencionar que tanto para los espectadores pasivos como para los agresores se minimizan dichas consecuencias. En cambio, para la víctima, esto supone una importante amenaza para la salud mental de niños y adolescentes, pues se trata de una experiencia significativamente estresante. (Cañas, Pardo. 2017).
Referencias
Cañas-Pardo, E. (2017) Acoso escolar: características, factores de riesgo y consecuencias. Revista Doctorado UMH. 3(1), p7. [Online].
Finkelhor, D., Ormrod, R. K., Turner, H. A. and Hamby, S. L. (2005). The victimization of children and youth: A comprehensive, national survey. Child Maltreatment 10 (1), 5–25.
Olweus, D. (2006). Conductas de acoso y amenaza entre escolares. Morata: Madrid (1ª edición, 1998).
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