Amar y sentirse amado es una de las necesidades más profundas del ser humano. Este viaje comienza con el amor propio, aunque puede resultar difícil cuando cargamos con heridas, cicatrices o dolores no sanados. 
Amar —ya sea a otros o a uno mismo— va más allá de un sentimiento efímero o una expresión verbal:
requiere esfuerzo consciente, entrega genuina y valentía emocional.

Entendemos el amor como un lenguaje universal, reconociendo que cada persona lo expresa de forma única y particular. Aceptar cómo el otro muestra su amor y, al mismo tiempo, construir un puente de comunicación mutua, puede ser un desafío invaluable.


Esto se refleja con mayor intensidad en las relaciones de pareja. No siempre resulta sencillo que la manera en que expresamos el amor sea comprendida por la otra persona. Con frecuencia entregamos lo mejor de nosotros mismos, pero el mensaje no llega como lo esperamos, porque cada uno habla un “idioma” distinto del amor. Es allí donde surgen desacuerdos, desilusiones o la sensación de no ser escuchados ni comprendidos.


Los cinco lenguajes del amor que Chapman identifica son:

Reconocer y armonizar nuestro propio lenguaje del amor con el de nuestra pareja abre la puerta a una conexión más auténtica y consciente. Desde la visión transpersonal de Yerbabuena SAT, este reconocimiento es un acto valiente de empatía, que nos permite construir una comunicación emocional más profunda y mantener vínculos sostenibles en el amor y el crecimiento mutuo.


En Yerbabuena creemos que amar también es aprender y transformarse, por eso contamos con acompañamientos psicológicos, retiros y espacios como la Casa de Bienestar, creados para apoyar los procesos de pareja y ofrecer herramientas que fortalezcan su camino de mejora continua. Porque amar es para valientes, y nunca se recorre solo.

 

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